Enseñar a un cachorro a hacer sus necesidades en un lugar concreto es fundamental para evitar problemas de convivencia en el futuro. Sin embargo, muchos propietarios tenéis dudas sobre cómo conseguirlo. Aquí va una explicación sencilla para ayudaros.

Primero vamos a ver como funcciona la conducta de eliminación (orinar y defecar) en los cachorros:

Cuando los cachorros empiezan a salir del nido (entre las 3 y las 8 semanas) es cuando los perros aprenden a hacer sus necesidades lejos de su sitio de descanso. Hasta entonces, orinan y defecan dentro y la madre ingiere los deshechos como método de limpieza y para evitar dejar rastros que puedan atraer a posibles predadores (este comportamiento es herencia del lobo).

A partir de las 8 semanas es cuando los cachorros desarrollan lo que se llama “preferencia de sustrato”, algo que, como veréis a continuación, es muy importante.

Desarrollar una preferencia de sustrato quiere decir aprender a orinar y defecar sobre una superficie de un material concreto. Por lo tanto, alrededor de las 8 semanas es el momento idóneo para enseñar a un perro a no hacer sus necesidades en el suelo de casa, pero sí en el jardín o sobre papel de diario, por ejemplo.

Los perros que no aprenden a distinguir sustratos porque no tienen oportunidad de hacerlo –por ejemplo los cachorros que venden en algunas tiendas y que se encuentran encerrados en una jaula durante la 8ª semana de vida en adelante- son perros muy problemáticos después, que orinan y defecan por todas partes sin saber distinguir qué lugares son indicados para hacerlo y cuáles no.

Entonces, ¿cómo conseguir que esa preferencia se oriente hacia las superficies y lugares que nosotros deseamos?

1- SUPERVISIÓN y PREVENCIÓN: Hay que acompañar al cachorro al lugar donde queremos que orine o defeque con una frecuencia que se adapte a sus necesidades. Para no ser demasiado exigentes, debemos aplicar el siguiente principio:

Se ha estudiado que un cachorro es capaz de aguantar sin orinar o defecar un número de horas igual a los meses que tiene. Eso quiere decir que, para un cachorro de 2 meses, por ejemplo, deberíamos sacarlo cada 2-3 horas, uno de 4 – cada 4 o 5, etc.

También tenemos que tener expectativas realistas. ¡No podemos pedir un control voluntario total hasta que el perro tiene entre unos 6-7 meses! Además hasta el año es normal que el perro tenga ¨incidentes¨. Sería ya razón de preocuparse si a los 18 meses el cachorro aún no muestra ninguna señal de haber adquirido el control voluntario.

2. ANTICIPACIÓN: Además tenemos que planificar y llevarlo a orinar y defecar cuando el cachorro tenga ganas previsibles. Sobre todo sería:

– Después de dormir
– Después de comer
– Después de jugar

Habrá que acompañarlo al lugar adecuado tras esas tres acciones.

La idea es intentar que el cachorro NO se “equivoque” y elimine donde no corresponde lo menos posible. Hay que conseguir que casi siempre acierte porque, cuando lo haga, recibirá un premio y eso reforzará la conducta.

3. PREMIO: Cuando el cachorro elimine en el lugar apropiado, lo premiaremos. Hay que ser efusivos: felicitémosle con caricias y verbalmente y, si queremos, añadiendo un premio comestible gustoso indicado para cachorros.

4. POR LA NOCHE: Probablemente, el cachorro no podrá aguantar toda la noche sin eliminar, así que habrá que habilitar una zona restringida con papel de diario a la que pueda acceder mientras nosotros dormimos.

Además, durante la noche será recomendable darle de cenar al cachorro entre tres y cinco horas antes de ir a dormir y facilitarle una salida antes de acostarse

5. OTRAS PAUTAS IMPORTANTES:

– Mantener una rutina para que el cachorro pueda preveer cuándo podrá orinar o defecar. Si le impedimos el acceso a la zona de papel de periódico, o si no lo acompañamos allí en los momentos de mayor probabilidad de eliminación, quizás opte por hacer sus necesidades en cualquier otro sitio.

– NO CASTIGAR: castigando, podríamos tener luego problemas de muchos tipos (que el cachorro nos coja miedo, que se acostumbre a responder al castigo con agresividad, que entienda que no puede orinar o defecar en nuestra presencia porque le vamos a reñir y, entonces, cuando salgamos con él a la calle tampoco quiera hacerlo si estamos delante…). En cualquier caso, el castigo no es necesario. Los cachorros aprenden rápido y sólo hay que tener un poco de paciencia.

enseñar al perro a hacer sus necesidades

– Nunca utilizar lejía y limpiar con detergentes no enzimáticos: la lejía es un detergente amoniacal (el orín contiene amoniaco) y los perros, al olerlo, pueden querer orinar encima.

Pensad que se necesita constancia y paciencia, pero siguiendo estos consejos el cachorro seguramente aprenderá con facilidad.